Un ejemplo evidente es el caso de la Isla de Pascua tratado en el artículo de la revista Internazionale n°837, 12 de marzo de 2010, pág. 68-70. El tema a tratar en este articulo se escoge a partir de la reflexión sobre la problemática planteada en la revista en la que entendemos se posiciona la importancia de la actividad turística para la economía de algunos lugares con especificidades naturales y culturales extremamente valiosa y única. Pero al mismo tiempo, en la valoración de su impacto, emergen dos cuestiones: la primera, ligada a la divergencia entre el turista que tiene un objetivo especifico, y los habitantes locales; y la segunda una confrontación dentro de la misma sociedad local entre quienes obtienen beneficios de este movimiento turístico y quienes sostienen que produce un elevado costo debido al impacto negativo sobre el lugar sin recibir beneficio, correspondiendo estos últimos a los que no se relacionan con la economía del turismo.
Por otra parte, este impacto del turismo se caracteriza por tener una componente cuantificable y otra muy significativa no mensurable, como la contaminación del ambiente y del paisaje. El efecto de este fenómeno puede derivar en la perdida de la biodiversidad y consecuentemente en una marcada reducción de la calidad de vida del hombre. En este caso los parámetros se pueden individuar en valores de calidad y cualidad pero no consienten discriminar que parte de mismos pertenecen a las actividades turísticas y cuáles no. Otra situación, diversa, pero igualmente imposible de cuantificar certeramente hace referencia a la sobrepoblación turística del espacio, la banalización o espectacularizacion de las actividades típicas locales que pueden llevar a la perdida de la propia identidad o del sentido de comunidad, un consumo y deterioro del patrimonio cultural, la degradación de la calidad debido a la saturación de los servicios, una explotación excesiva del entorno o a la ineficaz gestión del territorio. Desde otra perspectiva, las actividades gastronómicas son cada vez más una atracción turística , sobre todo en los lugares que presentan una fuerte tradición culinaria, cuestión local que se debe utilizar de acuerdo con un enfoque sostenible. Sin una protección adecuada se arriesga a dañar el recurso y, por ejemplo, perder la caracterización de los productos artesanales por un efecto de sustitución por un producto de menor calidad, pero mientras tanto la demanda del turismo puede ser un motor que promueve el redescubrimiento de los valores tradicionales culinarios y estimula el desarrollo de buenas prácticas en el sector restauración como las etiquetas de calidad.
Administrar los conflictos de intereses es función del estado, del cual se espera una inversión en investigación para identificar mejor los impactos económicos, sociales, y ambientales que permitan hacer un planeamiento y monitoreo de las actividades turísticas. Pero quizás, la responsabilidad más importante recae sobre la sociedad que debe asumir su papel a través de un consumo responsable y entender que los lugares precisan de ese uso controlado y muchas veces restricto porque implica un riesgo grave para ellos mismos. El impacto del turismo en lugares como Isla de Pascua, naturalezas exóticas y únicas, no solo se presentan a nivel ambiental o económico sino que de manera intangible y no mensurable, representan un daño en el interior mismo de la sociedad, su identidad, su cohesión y desarrollo.
Debora Ramos Costa, Eva Merloni, Florencia Guidobono, Giuseppe Lippo